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Foto del escritorGabriela Lizeth Figueroa

¡Sálvame Señor!


Es importante admitir tus dudas, porque la duda te puede instruir en los caminos de la fe. Reconocer las dudas es algo que muchas personas de fe experimentan de vez en cuando. Pedro experimentó la duda y su fe fue probada. Recordemos el acontecimiento que se narra en Mateo capítulo 14, donde los discípulos se encuentran en una barca. Jesús los había enviado hacia el otro lado del lago y en la madrugada Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Esta porción bíblica muestra muchas cosas interesantes, entre ellas, la obediencia de los discípulos al dejar a su maestro e ir al otro lado en la barca. Todos actuaron en obediencia, y lo dejaron en su tiempo despidiendo la gente y orando en el monte. Pero creo que ni en sus mejores sueños imaginaron a Jesús caminando sobre el agua. Este acto llama la atención aun en este tiempo. ¿Cómo reaccionarías si en la madrugada ves a Jesús caminando sobre el agua? A veces hemos juzgado a Pedro por lo que sucedió con él, pero olvidamos leer con atención que ninguno lo reconoció. ¡En realidad ellos se asustaron y gritaron! Era su maestro y no lo reconocieron. Cuando Jesús los calma y les dice que es él, Pedro quiere una prueba. Él en realidad no tenía la inquietud de caminar sobre las aguas, sino de probar que fuera su Maestro. ¿Cuántas veces no estamos inmiscuidos en situaciones donde no le creemos al Señor? Puedes pensar, «pero yo no dudo de él». Sin embargo, como Pedro, quieres comprobar que se trata de él, que en realidad es lo que él dice, quieres probarlo porque no responde como tú esperas. Cuando crees en él, confías en él. Cuando confías en él, no tienes miedo, no te angustias. Porque sabes que nada se ha salido de su control. Es importante ver que, sin importar todas esas dudas y pruebas, Jesús igual escuchó a Pedro. Cuando Pedro comenzó a hundirse y clamó a Jesús: «¡Sálvame Señor!». Jesús lo salvó. ¿Cuántas veces has dudado? No importa, hoy cree. No tengas miedo. No te angusties. Deja en el Señor todas tus cargas y tu dolor. Sobre todo, cree que extiende su mano para ayudarte. Palabra de confianza de parte de Dios Jesús les habló, diciéndoles: —¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!

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