Es fácil saber cuando un niño está creciendo, pues definimos el crecimiento como el aumento en el tamaño de un individuo, en nuestra vida espiritual ocurre todo lo contrario, nuestro crecimiento es evidente en la medida que menguamos y Dios crece en nosotros.
El Señor Jesús dijo que de los nacidos de mujer no había nadie mayor a Juan el bautista, él fue quien preparo el camino del Señor, llamando a los hombres al arrepentimiento.
Cuando los discípulos de Juan le hicieron saber que el Señor Jesús también bautizaba y de las multitudes que le seguían, entre otras cosas el dijo:"Es necesario que Él crezca; pero que yo mengue."
Es lo mismo hoy para nosotros, es necesario que nuestras acciones y palabras expresen cada vez más los atributos de Dios, los llamados frutos del Espíritu.
Hagámonos hoy un auto examen para saber cuanto hemos crecido, tengamos en cuenta que nuestro crecimiento no podemos medirlo en cuanto tiempo leemos la biblia o en cuanto tiempo oramos, sino en cuanto amor y misericordia mostramos a otros, cuanto gozo y gratitud tenemos o cuanta paz mostramos en momentos de crisis.
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