En el supermercado, mientras hacía cola para pagar, calculaba cuánto sería y trataba de impedir que mi hijo se perdiera. Casi ni me di cuenta cuando la mujer que estaba delante de mí salió y dejó todos sus artículos en el mostrador. La empleada me comentó que esa mujer no tenía suficiente dinero para pagar. Me sentí tremendamente mal; si me hubiera percatado de lo que pasaba, la habría ayudado.
La Biblia relata la historia de un hombre que vio a una mujer cosechando en el campo y se enteró de su apremiante situación (2:5). Supo que había enviudado y que estaba ganándose el pan para ella y su suegra. Vio que necesitaba protección y les advirtió a sus segadores que no la molestaran (v. 9). Le proveyó más comida al indicarles a sus empleados que dejaran caer grano a propósito (v. 16), e incluso se ocupó de consolarla y de suplir sus necesidades emocionales (vv. 11-12). Cuando Noemí, la suegra de Rut, oyó sobre todo esto, dijo: «Bendito sea el que te ha reconocido» (v. 19).
¿Eres consciente de las necesidades de las personas que te rodean… en el trabajo, en la iglesia, en el vecindario o debajo de tu propio techo? Considera hoy cómo podrías ayudar a alguien a sobrellevar su carga. Entonces, estarás cumpliendo el plan de Dios para tu vida (Gálatas 6:2; Efesios 2:10).
¿Qué necesidad de otra persona puedes suplir? ¿Qué puedes darle al Señor Jesús para bendecir a los demás?
PONTE EN ACCION:
Preguntale a Dios que obra a través de ti hara para suplir las necesidades de los que nos rodean. Se consciente
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