Si bien sabemos que Dios está en todo momento con nosotros, no obstante, debemos disponer un tiempo especial para estar con Él. Orar es una cita con Dios, es fundirme en Él, es un acercarnos a Dios para que Dios se acerque a nosotros, como lo dice el apóstol Santiago: «Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» (Santiago 4:8). La maravillosa invitación de Dios dice: «Vengan a mí y yo iré a vosotros». Yo seré quien marque la relación con Dios: si doy un paso, Él dará un paso; si corro, Él correrá.
También podemos decir que orar es entregar: Orar es saber qué hacer con las cosas que me superan, no dejarme desbordar por las situaciones que me toca vivir, dejar de luchar en mis propias fuerzas, declarar mi impotencia y la suficiencia de Dios. Es expresar mi confianza en Él.
Cada vez que ores renovarás tu encuentro con Dios, y muchas puertas que estaban cerradas se abrirán y muchas cosas trabadas se destrabarán. Si logras perseverar, seguramente verás la gloria de Dios
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