Muchos viven obsesionados con las marcas de ropa y calzado; para muchos, el mundo gira en torno a cómo se van a ver y qué dirán sus amistades de sus prendas o su arreglo personal. Incluso llegan a los extremos de no aceptar ropa que no sea de tal o cual marca. En cierta ocasión, un editor de libros dijo que en estos tiempos, mucha gente a lo único que se dedica es a trabajar, comprar y ver televisión. Pareciera que la consigna es: «Compro, luego existo».
Jesucristo nos aconseja no afanarnos por la comida ni por la bebida, tampoco por la ropa… ¿Te das cuenta? Mucha gente se pasa la vida trabajando afanosamente para satisfacer un acelerado ritmo de consumismo. Pero el Señor dice que no vale la pena. Vivir así es sumamente frustrante. Afanarse no es tan malo, pero las energías deben canalizarse por otro lado.
¿Cuál es tu prioridad en la vida? ¿Hacia dónde canalizas tus energías? ¿Vives con la obsesión de tener dinero para comprar mucha ropa y calzado? ¿Anhelas un automóvil último modelo para ufanarte delante de tus amistades?
Pues déjame decirte que, si es así, tu vida será frustrante, porque siempre va a faltarte algo. Pero si procuras conocer al Señor como es tu privilegio, y dedicas mucho tiempo, dinero y esfuerzo a «buscar el reino de Dios», aprenderás a ser feliz y disfrutarás cada momento de tu vida, ya so que tengas mucho o poco.
«Cada oración sincera recibirá contestación.
Tal vez esta no llegue exactamente como desean, o cuando la esperan; pero llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a su necesidad.
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