Podríamos pensar que la paciencia debe ser hacia las situaciones o cosas, ya sea el servicio de comida o la velocidad de la conexión de internet. No obstante, detrás de las cosas hay personas. Vivimos en un universo personal, y nuestras circunstancias diarias, incluso cuando creemos que están aisladas de todos los demás, inevitablemente están hay personas involucradas. Si lo que queremos es ser personas cada vez más pacientes, nuestra vida tendrá que estar relacionada con personas reales. Cuando el apóstol nos alienta a “caminar de una forma digna” de nuestro llamado en Cristo, él desarrolla su argumento exclusivamente en términos de nuestra relación con los demás: “…con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándonos unos a otros en amor, esforzándonos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:1-3). La paciencia está orientada hacia las demás personas. De forma similar, somos llamados a cultivar “tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, soportándonos unos a otros y perdonándonos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro” (Colosenses 3:12-13). Paciencia es soportar a las demás personas cuando no comparten nuestro ritmo de vida, prácticas, prioridades y percepción del tiempo. “Les rogamos, hermanos, que les llamen la atención a los ociosos, que animen a los de poco ánimo, que apoyen a los débiles, y que sean pacientes con todos” (1 Tesalonicenses 5:14). Te animo a ver cada situación dónde hayan personas involucradas que parecen ir a un "ritmo" diferente al tuyo, o con diferente forma de pensar, que veas estos Momentos como la oportunidad perfecta para desarrollar esa valiosa virtud llamada PACIENCIA.
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