Algunas personas quieren el fruto del cambio – como un mejor matrimonio, liberación de deudas o algún otro beneficio – pero no quieren la disciplina del cambio. Entonces, cuando nada cambia en sus vidas culpan a Dios. Pero la verdad es que el cambio requiere algo de nosotros. Aunque a través del Espíritu Santo y su Gracia podemos cambiar, el proceso de transformación requiere que renovemos nuestra mente.
¿Cómo renovamos nuestra mente? Tenemos que cambiar la manera en que pensamos para alinearnos con la Palabra de Dios, La falta de apoyo o el estar rodeado de la gente incorrecta van a desmotivarte rápidamente. No sólo tienes que combatir para cambiar sino que tienes que combatir las opiniones y comportamientos de otros que tratan de influenciar tus decisiones.
O puede ser que simplemente no estés haciendo nada para cambiar y esperas que suceda independientemente de ti. Quizás tienes falta de perdón en tu corazón que te está atando; a lo mejor estás desmotivado y has perdido tu enfoque en el futuro.
No tengas la menor duda de que el diablo va aprovecharse de eso y te va a llevar a sentir aun más condenación. ¡Pero es una mentira! Recuerda, el cambio es un proceso continuo a lo largo de toda nuestra vida.
Reflexiona
Guían tus sentimientos, los cuales influencian tu comportamiento. Identifica la mentalidad negativa y reemplázala por buenos pensamientos. Debes juntarte con Gente que te impulse a cambiar y siempre te hable con la verdad aún cuando no te agrade.
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