¿Dónde voy a pasar la eternidad? ¿Qué sucederá después de que mi vida termine? ¿Hay alguna esperanza para la humanidad? Estos son problemas extremadamente importantes y Dios tiene una respuesta para ellos. ¡Él nos ama tanto que dio a su Hijo Jesús para que nos salvara y nos diera la oportunidad de disfrutar de una vida abundante y la eternidad con Él!
Sin embargo, para salvarnos, Dios primero tuvo que tratar con nuestros pecados. Los pecados son las decisiones equivocadas que nos separan de Dios, y todos nosotros tomamos decisiones así. ¿Alguna vez ha dicho una mentira o recogido algo que no es suyo? ¿Alguna vez ha mirado a alguien con lujuria o actuado con motivos egoístas? Cualquier persona honesta admitirá que ya cometió pecado.
La cuestión es que, cada vez que elegimos al pecado, elegimos la separación de Dios. Él es absolutamente santo y bueno. No hay ninguna maldad en Él y Él nunca aceptará el pecado. Como es imposible que alguien pueda vivir las normas de perfección de Dios, necesitamos desesperadamente la salvación y el nuevo nacimiento que Jesús vino a traer.
Nuestra salvación y nuevo nacimiento solo son posibles debido al sacrificio de Jesús en la cruz. Alrededor de 2.000 años atrás, Jesús vino a la tierra y vivió entre nosotros. Sin embargo, fue rechazado por los líderes religiosos, llevado a un juicio fraudulento, acusado falsamente y condenado injustamente. Su sentencia fue la muerte por crucifixión, un castigo reservado a los peores criminales.
Después de su condena, Jesús soportó mucha crueldad... Fue severamente golpeado y torturado. Enseguida, fue clavado en una cruz y dejado para morir. Incluso ante tanto sufrimiento, su oración fue: "—Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34). En la cruz, Jesús, el Hijo de Dios sin pecado, dio su último suspiro y murió como un criminal, solo y abandonado...
Pero, ¿por qué lo hizo? ¿Por qué Jesús aceptó tal humillación y dolor? En cualquier momento podría haber pedido a Su padre que enviara ejércitos de ángeles y destruyese a sus torturadores; pero suportó la humillación de la cruz... ¿Por qué? La razón es simplemente impactante: ¡Él lo hizo por nosotros! En la cruz, Jesús cambió de lugar con nosotros y tomó el castigo que merecemos por nuestros pecados. Su sacrificio ha eliminado la separación entre Dios y los hombres.
Esta sorprendente historia no terminó en la cruz. Después de que Jesús murió, sus discípulos lo pusieron en un sepulcro nuevo. Una gran piedra fue utilizada para cerrar el sepulcro y soldados montaron guardia allí. Pero al tercer día, sucedió algo extraordinario. Cuando algunos de los discípulos de Jesús vinieron al sepulcro, fueron recibidos por un ángel que proclamaba: "No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo" (Mateo 28:6). ¡Jesucristo está vivo hoy! Fue resucitado por el poder del Espíritu Santo e invita a toda la humanidad a creer en Él, recibir el perdón y la vida eterna. Él le conoce personalmente y se preocupa con usted. Gracias a su muerte y resurrección, la salvación es un regalo gratuito de Dios para su vida. ¡Usted puede nacer de nuevo por la fe en Jesús!
Usted puede recibir la salvación arrepintiéndose de sus pecados y entregando su vida a Jesús. Usted puede entregar su vida a Jesús a través de una oración de fe. Si usted no ha hecho esta oración, hágala ahora de manera sincera invitando a Jesús a que sea el Señor y Salvador de su vida. Dios responderá con la salvación y el nuevo nacimiento. ¡Su vida va a cambiar para siempre!
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