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Foto del escritorGabriela Lizeth Figueroa

LA MUJER ADULTERA



Después de su comunión con su PADRE, JESÚS llegó a la mañana siguiente al templo y se juntaron muchas personas, a las cuales les empezó a enseñar, pero aquel día la enseñanza de JESÚS fue interrumpida por los escribas y los fariseos.Llegaron al templo llevando con ellos una "mujer que había sido sorprendida en el mismo acto de adulterio".


Es evidente que esta mujer no despertaba en ellos ninguna compasión o misericordia. Aunque en ese tiempo la inmoralidad había llegado a tal punto que esta ley de Moisés había caído en desuso, sin embargo exigían a JESÚS que dictara una sentencia: "En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres, tú pues, ¿qué dices?".


En realidad estaban obligando a JESÚS a elegir entre la misericordia y la justicia. Ellos sabían que JESÚS siempre se había caracterizado por su compasión hacia los pecadores.


La primera reacción de JESÚS fue la de guardar silencio. En realidad, él ya les había dicho en otras ocasiones que DIOS no había enviado a "su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él". De forma magistral, el SEÑOR cambió la atención de la mujer tirada en el suelo a los acusadores: "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella".


JESÚS volvió a inclinarse de nuevo hacia el suelo y siguió escribiendo en tierra. Acababa de dejarlos a solas con su conciencia y les estaba dando tiempo para que se examinasen a sí mismos.

Una vez que los acusadores se hubieron ido, quedaron solos JESÚS y la mujer.


Curiosamente la mujer no salió corriendo cuando vio marchar a los fariseos y los escribas. Seguramente quedó temblando ante JESÚS esperando saber qué decisión iba a tomar con ella. A diferencia de los fariseos, Cristo no tenía pecado y, por lo tanto, estaba en condiciones de arrojar la primera piedra. ¿Qué haría JESÚS?


Esta mujer descubrió entonces que a solas con JESÚS hay perdón para los pecadores.


La mujer no presentó excusa alguna para su pecado, no intentó justificarse comparándose con otros pecadores peores que ella; de sobra sabía que era culpable. Su conciencia también había actuado en ella poderosamente, así que JESÚS no necesitó condenarla. Tampoco la avergonzó más, puesto que ya había sufrido bastante en medio de sus acusadores y de las multitudes allí presentes.


En lugar de esto JESÚS mostró rápidamente su misericordia: "Ni yo te condeno; vete y no peques más". 

Aquí hay otro detalle por el que podemos ver que JESÚS no era indiferente ante el pecado. Inmediatamente después de que le dijo a la mujer que no la condenaba, le advirtió que debía abandonar su vida pecaminosa: "Vete y no peques más.


La misericordia no da licencia para el pecado. El perdón gratuito nunca debe ser interpretado como una invitación para seguir pecando, sino para todo lo contrario, También se nos enseña aquí cuál es la naturaleza del verdadero arrepentimiento. El Señor indicó que implicaba un cambio de corazón y de conducta. La persona arrepentida deja de vivir en las tinieblas del pecado y comienza a vivir en la luz de JESUCRISTO.

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