Con Dios no son funcionales las máscaras, él más que nadie conoce el verdadero yo que hay en ti. Podrás fingir ante los demás que “todo está bien”, “yo nunca he sentido rencor o envidia de alguien”; podrás fingir hasta gastarte, pero no ante Dios.
Desde antes que nacieses, Dios tenía conocimiento de ti, nisiquiera tus pensamientos le son ocultos. Solo él puede ayudarte a mantener una coherencia entre lo que eres y lo que reflejas.
Pueden existir cosas en tu interior de las cuales te avergüences, sentimientos y emociones que te hacen sentir como la persona más vil. Dios tiene conocimiento de todo esto y él desea trabajar con tu vergüenza, con esa parte de tu interior que ni siquiera tú mismo te atreves a enfrentar, porque tienes temor de que te venza y te conviertas totalmente en esa parte de ti que tanto afanas en ocultar.
Pero para Dios poder trabajar en esa área de tu vida, necesita que te acerques a él sin máscaras, sin fingimientos, que seas franco al hablarle. Reconoce si has sido masoquista al dar espacio para que esa área de tu vida que tanto te avergüenza, hoy sea más fuerte que ayer. Reconoce si has sido débil y no has cumplido las tantas promesas que le has hecho a alguien o a ti mismo de que cambiarás. Reconoce si has tenido temor o simplemente has dejado de luchar, y te has resignado a dejar las cosas como están.
Mientras haya agujeros negros en tu alma, no habrá coherencia entre lo que eres y reflejas. Mientras no trabajes en aceptar, perdonar y amar quien eres, no habrá coherencia entre lo que eres y lo que reflejas.
Permite que Dios entre en esos agujeros negros que hay en ti, no tengas miedo a qué tan profundo pueda ser, ni temas a qué tanto de ti tendrás que renunciar, o que tan indigno te sentirás al ser confrontado por Dios.
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