El Salmo 23 tal vez es la mayor expresión poética en la Biblia, sobre el amor del Señor hacia los suyos. El primer versículo nos habla de la plenitud que tenemos en Dios, quien es nuestro pastor. Cuando entendemos que en Dios estamos completos y que nada nos falta, entonces podremos dimensionar la vida desde la perspectiva correcta. Cuando podemos afirmar que nada nos falta, quiere decir que lo tengo todo, en él. No en las cosas materiales, sino en el Señor.
Entender la plenitud que tiene el Señor, él es el todopoderoso, el que todo lo puede, nos permite ver que en él nada nos falta.
Podemos pensar en el hombre más poderoso de la tierra, pero aún le falta mucho. Podemos pensar en el hombre con más dinero en todo el mundo, pero vemos que no lo tiene todo. Pero el Señor, en él es diferente. No lo limita un planeta, él creó todo lo que existe. Creó todos los planetas, todas las galaxias, todos los astros. Dio orden a su creación. Estableció las leyes para su buen funcionamiento. Eso es poder. Dijo y fue hecho. Llegó más allá y diseñó la vida, se deleitó en formas, tamaños, texturas y colores. Hizo al hombre a su imagen y semejanza. Ese es el Señor en quien nada me falta.
Seguramente pensarás, «pero no tengo el dinero que necesito, me falta esto o aquello». Pero cuando en tu corazón atesoras que el Señor te hace descansar, te da nuevas fuerzas para que continúes adelante. Tener la seguridad que en él nada nos falta, entonces nos hace descansar, aunque no tengamos dinero para pagar una cuenta o nuevas fuerzas, aunque sintamos que no podemos más del peso de las cosas de la vida. El Señor renueva tus fuerzas, sin importar las situaciones que vivamos.
¿Cómo temer mal alguno si el Señor está con nosotros? La seguridad de que el amor de Dios está con nosotros para siempre, hace que ninguna situación nos sobrepase. El salmista habla que inclusive, aunque los que estén a nuestro alrededor mueran, nosotros nos mantendremos con vida. ¿Cómo puede ser eso? Solo puede suceder cuando el Señor es tu pastor, y entonces nada te falta.
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