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Foto del escritorGabriela Lizeth Figueroa

Dios y mi pasado


Es evidente que hay personas que están obsesionadas por su pasado. Quizás no se pueden deshacer de los recuerdos de sus faltas morales. O quizás sufrieron abusos por parte de personas de quienes no se pudieron defender. Las historias surgen mucho después de que los abusados se han convertido en adultos; son historias de abuso sexual y de maltrato severo, que les rompen el corazón. Y también rompen el corazón de Dios. La gran obra de Jesucristo trae el perdón de los pecados y la liberación de la culpa de los pecadores, en toda su historia. La gran obra de Jesucristo también ayuda a liberar a las personas de antiguas prisiones de odio y humillación, de temor y dolor. “y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en Jehová” (Salmo 40:2,3). Jesús nos ayuda incluso cuando no podemos olvidar; nos ayuda tolerar, a seguir adelante y recuperar la alegría. Su evangelio siempre está creando cosas nuevas a partir de las antiguas, y así mantiene nuestros ojos fijos mirando con ilusión por el parabrisas en lugar de obsesionársenos con el retrovisor. Les da a los corazones tristes una nueva canción para entonar.

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