Todos hemos enfrentado alguna crisis en algún momento de nuestra vida. Momentos en que se hace difícil aplicar el conocimiento que tenemos de Dios a nuestra realidad. Circunstancias donde pensamientos y emociones se van anidando en nuestro corazón causando preocupación, ansiedad, y hasta haciéndonos perder toda esperanza.
Incapaces de controlar nuestros pensamientos, la pregunta es: ¿Qué hacemos entonces?
La Biblia nos dice que podemos llevar a Dios estas preocupaciones en oración en lugar de sobre preocuparnos por ellas. La ansiedad no es una característica de una vida centrada en el evangelio. Jesucristo vivió entre los hombres y sufrió el rechazo y la muerte. Él entiende nuestros miedos y nuestras incertidumbres.
En Jesús, nuestras preocupaciones encuentran la solución.
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