
Quizá estás atravesando en este momento de tu vida por un valle de muerte y de tristeza, un desierto de soledad y miseria, de “huesos secos”. Tal vez pienses: “¡Esta situación no tiene solución, no veo una salida!”
En este pasaje, Dios hace una pregunta a Ezequiel: “¿vivirán estos huesos?”. Del mismo modo, Él te pregunta hoy: “¿Crees que puedo cambiar esta situación? ¿Crees que puedo hacer un milagro y darte vida abundante?”
Cuando Dios hace esta clase de preguntas, ya conoce la respuesta. Dios sabe que atraviesas un valle de tristeza, pero, al igual que Ezequiel, estás invitado a responder: “¡Tú lo sabes Señor!”.
Nuestra vista es limitada, nuestra comprensión es limitada... ¡todo es limitado en nosotros! Pero Dios no es ajeno a tu situación, ¡y Él es ilimitado! Las noticias pueden ser malas, el veredicto puede ser fatalista, el diagnóstico quizá pavoroso…, pero Dios conoce perfectamente tu situación. Él conoce tu desierto, tu soledad, el momento por el que estás pasando. Si piensas que no hay esperanza para ti, ¡déjame decirte que sí hay esperanza, hay un porvenir, un proyecto divino para tu vida que sobrepasa tu entendimiento!
Querido(a) amigo(a), declara en medio de tu situación: “¡Señor, Tú sabes todo! Gracias porque Tu mirada sobre mi situación es una mirada de futuro, de milagros y de esperanza. ¡Confío en ti, Señor!”
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