La traición es una burda violación de la confianza y puede ser una de las formas más devastadoras de dolor, causado a un ser humano. El sufrimiento de la traición a menudo se engrandece por una sensación de vulnerabilidad y exposición. Para muchos, el dolor de la traición es peor que la violencia física, el engaño o perjuicio. La traición destruye la base de la confianza.
Cuanto más estrecha sea la relación, mayor es el dolor de la traición. El SEÑOR JESUCRISTO conoció el dolor de la traición de cerca. La peor traición, la más desleal de todos los tiempos fue la traición de Judas a JESÚS por treinta monedas de plata.
Pero EL SEÑOR JESÚS no fue vengativo, ni se amargó, o enojó. Solo lo contrario. Después de recibir el beso del traidor, Jesús trató a Judas como "amigo"
A pesar del dolor, hay una manera en que podemos superar la traición. El poder viene directamente de DIOS y la fortaleza para perdonar.
Lo primero es clamar a DIOS. Aunque deseáramos golpear al traidor, necesitamos llevar nuestra causa al SEÑOR. "No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición.
Otra clave para superar el dolor de la traición, es recordar el ejemplo de JESÚS. Nuestra naturaleza pecaminosa nos impulsa a "pagar mal por mal, pero JESÚS nos enseñó lo contrario: Otra poderosa clave para superar la amargura de la traición, es la capacidad que nuestro DIOS nos da para perdonar a los traidores. La palabra perdón incluye la palabra don. Cuando elegimos perdonar a alguien, realmente le damos a esa persona un regalo, la libertad de represalias personales. Pero usted también se está dando un regalo, el regalo de una "vida libre de rencor". Intercambiar nuestra amargura e ira por el amor de DIOS, es un intercambio maravilloso que da vida.
Sin duda, es extremadamente difícil perdonar a una persona que ha traicionado nuestra confianza. Sólo es posible con DIOS (véase Lucas 18:27).
Aquellos que han experimentado el amor de DIOS entienden lo que significa ser amado incondicional e inmerecidamente. Sólo con la ayuda del Espíritu de DIOS podemos amar y orar por aquellos que buscan o que nos han hecho daño.
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