Conocí al Señor de forma personal cuando tenía 16 años. Para ser sincera no estaba buscándolo, pero El en su inmenso amor y misericordia se reveló a mi vida, me mostró hacia dónde me dirigía y cuán equivocada estaba en creer que "era una buena persona" y que sin duda merecía el cielo.
A mis 16 años nunca había escuchado que necesitaba ser salva, nadie me predicó el plan del salvación, mucho menos que debía permitir a El entrar en mi vida y ser mi Señor y Salvador, pensé que creer en El era más que suficiente.
Después que el Señor se reveló a mi vida sentí una necesidad imperante de El, no quería seguir viviendo como lo había hecho hasta ese día.
A través de los años he comprendido el ardiente deseo de Dios por la humanidad, el cristianismo es mantener relación íntima con su Santo Espíritu que indudablemente producirá los cambios que requerimos para vivir una vida de santidad.
Estoy segura que Dios te está llamando el aún sigue diciendo: Heme aquí.
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