Algunos hemos tratado de tener un momento diario de quietud y no lo hemos logrado.
Otros hemos tenido dificultades para concentrarnos. Y todos estamos muy ocupados. Por eso, en lugar de pasar tiempo con Dios escuchando su voz, dejamos que otros lo hagan para luego beneficiarnos de su experiencia. Dejamos que ellos nos digan lo que Dios está diciendo. Después de todo ¿No es para eso que pagamos a los predicadores?
Si así piensas, si tus experiencias espirituales son de segunda mano y no de primera, quisiera retarte con este pensamiento:
¿Haces eso con otros aspectos de tu vida?
No lo haces con tus vacaciones...
No haces eso en un romance...
No permites que otro coma por ti.
¿Verdad? Hay ciertas cosas que nadie puede hacer por ti.
Y una de esas cosas es pasar tiempo con Dios.
Tomado de: Gracia para todo momento por Max Lucado (2001).
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