Un día, un hombre que entró a la autopista sin ni siquiera disminuir un poco la velocidad, mientras un trailer que venía tuvo que desviarse bruscamente para evitar estrellarse contra su coche. El conductor del trailer bajó la ventana y le gritó: “Acaso ¿no ve la señal?” El hombre respondió: “¿Cuál señal?” El conductor del trailer le explicó: “La que dice: Ceda el paso.” “Bueno, no la vi.” Para obtener la victoria, no es su habilidad, ni su responsabilidad lo que cuenta. Ni siquiera es su respuesta a la habilidad de Él. Usted debe escoger cederle el paso a Cristo. Debe ceder con todo su corazón al poder, la presencia y la provisión de nuestro Señor Jesucristo.
El orgullo nos hace ser como el hombre del vehículo, nos deja ciegos antes las alertas y avisos en muchas situaciones porque preferimos FALLAR POR MI MISMO QUE VENCER POR OTRO, esta mentalidad es reforzada en este mundo con la excusa de que debemos salir adelante por nosotros mismos, hace décadas atrás, se enseñaba muy solocitamente el poner atención a los consejos de nuestros mayores, porque son fuente de sabiduría, pero ahora se enseña a ayudar a individualizarse y asumir nuestras propias consecuencias para poder madurar.
Lo más triste es que este tipo de enseñanza a entrado a las Iglesias tambien, el problema no es valerse por uno mismo para aprender responsabilidad, es cerrar los ojos y actuar en orgullo al no querer EVALUAR los consejos antes de actuar.
Deja que sea Dios quien te enseñe el mejor camino a seguir y encontrarás tu vida afrontando mejor las circunstancia sin tener que pasar procesos Innecesarios.
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