De todo lo que nos ha sucedido en la vida y de todas nuestras experiencias y encuentros, hemos sacado conclusiones acerca de la vida y de cómo hacerla funcionar. Sacamos nuestras conclusiones para protegernos y para proveernos.
Como un albañil construyendo una casa, construimos nuestras creencias ladrillo por ladrillo. Sacamos esos ladrillos de nuestra acumulación de conclusiones. Recurrimos a nuestras experiencias para determinar cómo funciona el mundo, quienes somos en el mundo, cómo evitar el dolor, cuándo promovernos y mucho más.
Guardamos todos estos momentos y las conclusiones que sacamos de ellos en un lugar precioso, llamado el corazón.
Como sabemos que tomamos las desiciones correctas, cuando permitimos al Espiritu Santo ser nuestro guia y mentor.
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