Eres alguien especial a quien muchos admiran por cualidades que son dignas de imitar?
¿O eres alguien con quien muchos evitan relacionarse?
Toma un segundo para pensar en esta frase: “El carácter de una persona se revela mediante la forma en que reacciona y a lo que recurre cuando está en problemas” ¿Qué es lo que revela esta frase de ti? ¿Cómo reaccionas ante las pruebas? Tu actitud dirá mucho de ti.
En 1 Samuel 25 encontramos la historia de una pareja totalmente opuesta entre sí, lo cual se ve en la forma en que ambos reaccionaron ante el mismo problema; ellos son Nabal y Abigail.
Por falta de prudencia…
Después de la muerte de Samuel, David se fue al desierto, y al enterarse que Nabal (un hombre muy rico) esquilaba sus ovejas, decidió pedirle ayuda; pero al recibir un NO PREPOTENTE por respuesta, David se enfureció y decidió dar muerte a toda su gente.
Cuando Abigail, la esposa de Nabal, supo de lo sucedido, actuó con prontitud, llevó los víveres necesarios para David y sus hombres como disculpa a la actitud prepotente de su esposo.
Esta acción bondadosa fue lo que conmovió el corazón de David, por lo que les perdonó la vida a todos.
¡Por falta de prudencia, Nabal, su familia y sus hombres casi pierden la vida!
¿Eres alguien especial con quien vale la pena vivir?
La reacción inmediata y prudente de Abigail salvó su vida y la de su familia, quizá en ese momento Nabal no se enteró de la actitud que su esposa tuvo hacia David, pero la Biblia menciona que cuando ella le comentó el suceso, el corazón de su esposo quedó como una piedra y diez días después falleció.
Fue trágico el fin de Nabal, quien sufrió las consecuencias de una mala actitud. Recuerda lo que la Biblia dice al respecto:
No crean ustedes que pueden engañar a Dios, Cada uno cosechará lo que haya sembrado.
Hoy te animo a buscar la sabiduría de Dios para actuar con prudencia ante toda situación, así como Abigail lo hizo con David.
David le dijo entonces a Abigaíl: ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro! ¡Y bendita seas tú por tu buen juicio, pues me has impedido derramar sangre y vengarme con mis propias manos!
1 Samuel 25-.32-33 (NVI)
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