En medio de tus muchas ocupaciones diarias, hoy quiero invitarte a que te detengas por un instante, a que levantes tus ojos al cielo y a que medites sobre la majestad de la morada de Dios. Echa un vistazo a tu alrededor y observa cómo la tierra resuena con Su perfección, cómo la naturaleza se hace eco de Su belleza y Su sensibilidad.
En medio del ritmo tan acelerado que tiene nuestra vida, es bueno que sepas detenerte y maravillarte una y otra vez, incluso por las cosas más pequeñas: ese pájaro que canta, la brisa en tu cara, ese niño que sonríe… ¡La vida es más dulce cuando uno sabe maravillarse por todos los pequeños detalles que la componen!
Sabes y todo lo que fue creado habla del maravilloso poder y amor de Dios, amor que Él tiene por nosotros, por el cual murió para darnos acceso a su Santa presencia.
Aquí te dejo un desafío para hoy:
Detente por un instante en este día, e invierte un rato a observar el mundo que te rodea. Inspira, espira, da gracias a Dios por el aliento de vida que te da, ¡y compártelo con los demás! ANIMO....
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